He
dejado tirados los dados de la suerte,
ya
mi existencia no los necesita,
ha
caído el muro, ha caído el castillo.
Hacia
las recónditas islas del mundo,
donde
el aire es fuego y el agua vapor.
Sólo
necesito una mirada,
y
volveré a construir una vida a tu lado,
sin
castillos ni murallas.
He
dejado en el desierto consumirse
el
corazón de la tristeza,
el
alma fatigada y el cuerpo débil.
Camino
sin caparazón ni armadura,
yo
mismo en el horizonte,
yo
mismo en el camino,
yo
mismo en la batalla.
Ya
llegarán las lanzas,
con
sus puntas afiladas.
Se
clavarán en mi cuerpo
y
llegarán a mi alma.
Y
será en ese instante
que
sienta que sigo vivo.
Que
camino con vida y sentimientos,
sin
miedo al dolor y a la esperanza.
Una
vez llegada mi hora,
espero
comprender el dolor y la agonía,
el
camino sin zapatos,
el
frío sin mantas,
el
hambre sin comida y
la
sed sin agua.
Partir
y despertar en el umbral
del
mañana.
Abrir
los ojos y ver, olvidar en el recuerdo,
y
solo memorizar el tono de cada latido,
sentimiento,
caricia y beso.
21-07-2015
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